
Más de 8 años después de la muerte de Cindy Díaz por una bala perdida en El Bronx (NYC), la policía acusó como sospechoso a Jonathan Odenthal, un pandillero que está actualmente en prisión federal condenado por crimen organizado y posesión de armas de fuego.
Al parecer Odenthal, miembro de la pandilla 800 YGz, apuntaba a un adolescente de 19 años que se encontraba cerca de Díaz en E. Tremont Ave. cerca de Boston Road, en West Farms el 6 de enero de 2017. Ese joven fue rozado por una bala y posteriormente acudió al Hospital Jacobi para recibir tratamiento, comentó NYPD.
Díaz (48) recibió un disparo mortal mientras llevaba comida rápida de McDonald’s a su casa para sus cinco hijos, el menor de 11 años y el mayor de 15. Estaba a sólo dos cuadras de su casa cuando fue asesinada.
No fue sino hasta a principios de este año que finalmente a Odenthal se le relacionó con este homicidio. Para agravar la angustia de la familia, en los más de 8 años transcurridos, mientras rezaban ansiosamente por justicia, la madre de Díaz falleció de un aneurisma cerebral, comentó Daily News. Fue acusado ayer miércoles. Todos los cargos son meras acusaciones y se presume que las personas procesadas son inocentes hasta que se pruebe su culpabilidad en un tribunal.
“Hemos vivido una vida muy estresante durante estos ocho años, intentando encontrar, investigando lo sucedido, intentando obtener información”, declaró ayer una hermana menor de Díaz de 53 años quien pidió no ser identificada.
“Esto fue muy duro para mi madre porque su hija tuvo que morir así sin ningún motivo”, dijo, “porque la gente cree que puede andar por la calle y empezar a disparar a cualquiera, y disparar al aire, como si estuviera bien y pudieran salirse con la suya. Esto tiene que parar”.
“La noticia más emocionante es que lo arrestaron el día del cumpleaños de uno de sus hijos, el de mi sobrino”, dijo ayer la hermana en el juzgado de El Bronx tras la lectura de cargos de Odenthal. “Así que es especial porque quizá ella esté mirando desde el cielo. Es nuestro regalo sorpresa”.
“Podemos cerrar este capítulo”, añadió. “No puedo traerla de vuelta, pero haría todo lo posible para que la persona que lo hizo siga en prisión mucho tiempo, para que no lastime a nadie más, para que no destruya a la familia de nadie. Porque destruyó a su familia, destruyó a la mía, destruyó la vida de mis sobrinos. Pero somos fuertes y seguiremos siendo fuertes como familia”.
En toda la ciudad se registraron 530 personas heridas por disparos este año hasta el 10 de agosto, un mínimo histórico y una disminución del 22% con respecto a las 678 víctimas en la misma fecha del año pasado. La ciudad ha registrado un mínimo histórico de 188 homicidios este año hasta esa fecha, en comparación con 246 en esta misma fecha el año pasado, una disminución de 24%. Sin embargo, la violencia armada es constante en Nueva York y área vecinas. Algunas víctimas son alcanzadas al azar con armas blancas y de fuego en calles, escuelas, el transporte público, edificios, negocios, áreas de cajeros automáticos ATM y hasta dentro de hospitales.
La semana pasada Jason Fernández, adolescente de 19 años, murió apuñalado en una calle en Queens (NYC). Previamente un joven de 23 años que jugó beisbol en República Dominicana antes de emigrar a Nueva York, murió baleado en Brooklyn, una tragedia que su familia atribuye a que empezó a juntarse con “malos amigos”.
En junio Jasper Greene fue sentenciado a 33 años de prisión por la muerte por una bala perdida de Mabel Martínez Antongiorgi, madre de una atleta olímpica puertorriqueña, en Connecticut. En mayo un niño de 13 años fue arrestado como sospechoso de matar a Daoud “David” Marji cuando visitaba una bodega en ese condado donde había sido empleado. Una segunda víctima, Tania Tubón (33), también recibió un balazo en la cadera en el mismo incidente, mientras estaba acompañada de sus dos hijos menores de edad, pero logró sobrevivir.