
En medio de una devastación generalizada, los palestinos celebraron este viernes el inicio del Eid al-Adha, una de las festividades más sagradas del islam, con oraciones al aire libre frente a mezquitas destruidas y hogares en ruinas, en una jornada marcada por el dolor, la escasez y la incertidumbre.
Con gran parte del territorio convertido en escombros y el acceso a alimentos críticamente limitado, hombres y niños se vieron obligados a realizar los rezos tradicionales en espacios improvisados. Las familias, por su parte, hicieron lo posible para mantener la tradición de la festividad de tres días, pese a no contar con los recursos mínimos para celebrarla.
“Esta es la peor fiesta que ha vivido el pueblo palestino, debido a esta guerra injusta”, lamentó Kamel Emran, residente de Jan Yunis, al sur del enclave. “No hay comida, no hay harina, no hay refugio, no hay mezquitas, no hay hogares, no hay colchones… Las condiciones son muy, muy duras”.
Por segundo año consecutivo, los musulmanes en Gaza tampoco pudieron viajar a Arabia Saudí para participar en el Hajj, la peregrinación religiosa que acompaña al Eid.
El conflicto actual comenzó el 7 de octubre de 2023, cuando milicianos liderados por Hamás lanzaron un ataque sorpresa contra el sur de Israel, que dejó unas 1.200 personas muertas y 251 rehenes. De ellos, se estima que 56 permanecen cautivos en Gaza, aunque solo un tercio estarían aún con vida, según fuentes israelíes.
En represalia, Israel lanzó una ofensiva militar masiva que, según el Ministerio de Salud de Gaza, ha dejado más de 54.000 palestinos muertos, en su mayoría mujeres y niños. La cifra no distingue entre civiles y combatientes.
La campaña militar ha arrasado zonas enteras del enclave y ha forzado al desplazamiento de cerca del 90% de la población, que supera los dos millones de habitantes.
Aunque Israel ha permitido el ingreso limitado de ayuda humanitaria, las agencias de la ONU denuncian que las restricciones militares, los saqueos y el riesgo en las rutas designadas han impedido su distribución efectiva. En las últimas dos semanas, más de 80 personas han muerto en tiroteos cerca de centros de ayuda, presuntamente a manos de tropas israelíes.
La FAO advirtió que medio millón de personas en Gaza podrían enfrentar hambre extrema en septiembre si no se garantiza el acceso a alimentos y atención básica. “El riesgo de hambruna afecta a toda la Franja”, declaró Rein Paulsen, director de emergencias de la agencia.
La violencia también obligó este viernes al cierre de los centros operados por la Fundación Humanitaria de Gaza, una organización apoyada por contratistas estadounidenses que Israel quiere utilizar como alternativa a la distribución gestionada por la ONU.
“Instamos a la población a mantenerse alejada por su seguridad”, señaló la fundación, que no ha informado cuándo retomará la entrega de ayuda.