15 de abril de 2025

controlandoelejido.com

Tu Portal digital dominicano en new york

Octavio Dotel y Massiel Javier: El destino que inició con un juego

Massiel Javier relata cómo conoció a Octavio Dotel en Santo Domingo en una historia de infancia marcada por un juego sencillo y un reencuentro inesperado.

Un encuentro infantil, un helado y una hoja llena de rayas fueron el primer paso de una historia que parecía escrita con paciencia por el destino.

Así lo compartió Massiel Javier viuda de Octavio Dotel en una entrevista al programa “Solo para Mujeres”, donde narró cómo conoció al exlanzador de Grandes Ligas Octavio Dotel mucho antes de que el amor surgiera entre ellos.

Massiel tenía apenas 12 años cuando vio por primera vez a Octavio. Aquella tarde, él llevaba a su hermana Candy de regreso a casa después de salir a comer helado. Mientras pasaban frente a la casa de Massiel, ella simplemente dijo: “buenas tardes”. Ese inocente saludo marcaría, sin saberlo, el inicio de una historia más grande.

Pocos días después, Octavio regresó a la casa, esta vez buscando a Candy, aunque dijo que solo pasaba a saludar. Fue entonces cuando, con la picardía de un adolescente, le pidió a Massiel: “Amiguita, búsquese unas habichuelas y una hoja”.

El juego consistía en hacer rayas; quien lograra formar una línea primero ganaba. Entre risas y complicidad, compartieron un instante que, aunque breve, quedaría grabado en sus memorias.

La vida los separó y pasaron años sin volver a verse. No fue hasta que Massiel tenía 18 años que el destino los reunió nuevamente. Ese día, sus clases fueron suspendidas, por lo que llamó a su madre para que la recogiera.

Mientras esperaba, bajó a la cafetería de su colegio y encontró a Candy, a quien pidió irse juntas a casa. Sin embargo, Candy le explicó que no iba en esa dirección, sino a visitar a un amigo. Massiel decidió acompañarla.

Al llegar a la casa del amigo, Massiel se reencontró con Octavio Dotel. Apenas la vio, preguntó: “¿Esa es tu hermanita?”, y Candy le respondió: “Sí, esa es la que tú conoces”. La sorpresa fue inmediata y la conexión, también.

Intercambiaron números de teléfono y, poco después, salieron a bailar. Entre miradas, música y sonrisas, Octavio le dijo con seguridad que ambos se iban a querer muchísimo. Lo que comenzó como un simple juego de habichuelas y rayas terminó siendo el inicio de una vida en común.

Massiel recuerda esta historia con claridad y cariño, una muestra de cómo algunos recuerdos se transforman en destino.