14 de enero de 2025

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Limpia vidrio rompe estereotipo al sacar agua de alcantarilla para trabajar

Unas trullas de vehículos pasan raudos por el lugar y rozan la tapa de la alcantarilla, pero esto no parece importarle a un joven que se gana la vida en el interior de las alcantarillas del sector.

Está metido en el hoyo y su vida está en juego, con las gomas pasándole por encima de la cabeza. Pero nada de eso le inquieta: sigue haciendo su maniobra debajo de la tierra, a ras del pavimento caliente, hundido bajo cientos de gomas que van pasando.

El individuo desafía a la muerte y arriesga el pellejo cada día.

Se mete en la alcantarilla de la movida intersección formada por la Mella y San Vicente de Paúl, en Santo Domingo Este.

¿Qué rayos busca él en ese hoyo? Hay semáforos y son muchos los carros que por allí transitan. Hay que limpiarles los vidrios.

Se hunde para buscar agua. Sí, agua de alcantarilla. El limpiavidrios la necesita comoquiera: sucia o limpia, de arriba de la tierra o de abajo, que lo mismo da.

El hoyo, a poca profundidad, se abre como un vientre grande y extenso, debajo de la frecuentada vía.

Se mete en el hoyo-pozo. Sin importarle nada levanta la tapa y, con la misma habilidad, se zambulle y luego coge la cubeta que ha dejado a boca de jarro.

Casi la llena de agua, zambulléndola hasta abajo, y la deja en el tubo subterráneo, mientras saca la cabecita para ver si están pasando vehículos.

Cuando no pasan, se sale de la caverna usando sus fibrosos brazos, y con la misma fuerza le echa manos a la cubeta y la saca también.