El senador es elegido para legislar en favor del Bien Común; si desea ayudar a su comunidad, que promueva leyes para ello, que eso trasciende, lo que no ocurre cuando entrega temporalmente unos pesitos a quien se le antoje, generalmente sin control y sin efectividad probada.
Mantener el “barrilito” es una ofensa a los electores y especialmente una burla a la patria; además, es una infantil excusa para suplir la real función para la que fueron elegidos los senadores.
Sigan el ejemplo de Eduardo Estrella, es sencillo.