22 de noviembre de 2024

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Domingo de Ramos, la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén

El término “Domingo de Ramos” deriva del evento que conmemora la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, cuando la multitud lo recibió agitando ramas de palma (Juan 12,13). El segundo nombre, “Domingo de la Pasión”, se atribuye al relato de la Pasión que se lee en este día. De no ser así, este pasaje evangélico no se leería en un domingo, ya que en el próximo domingo se enfocará en la Resurrección.

Según la “Carta de fiestas pascuales”, el Domingo de Ramos “abarca tanto el presagio del triunfo real de Cristo como el anuncio de su Pasión”. Además, añade que “la relación entre ambos aspectos del misterio pascual debe evidenciarse tanto en la celebración como en la catequesis del día”.

En Domingo de Ramos se lleva a cabo una procesión antes de la Misa

La procesión se lleva a cabo una vez, usualmente antes de la Misa con mayor asistencia, ya sea el sábado o el domingo

“Durante la procesión, los fieles imitan las aclamaciones y gestos de los niños hebreos que salieron a recibir al Señor, entonando el ferviente ‘¡Hosanna!’”, describe la Carta de fiestas pascuales.

Se pueden llevar palmas u otras plantas durante la procesión de Domingo de Ramos

No es necesario utilizar exclusivamente hojas de palma en la procesión. También se pueden emplear otras plantas locales como el olivo, el sauce, el abeto y otros árboles.

Según el Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia: “A los fieles les gusta conservar en sus hogares, y a veces en el lugar de trabajo, los ramos de olivo o de otros árboles, que han sido bendecidos y llevados en la procesión”.

Los fieles deben comprender el significado de la celebración y recibir instrucción

Según el mismo Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia, “los fieles deben ser instruidos sobre el significado de esta celebración para que puedan captar su significado”.

“Debe recordarse oportunamente que lo importante es la participación en la procesión y no sólo en la obtención de hojas de palma o de olivo”, que tampoco deben mantenerse “como amuletos, ni por razones terapéuticas o mágicas para disipar los malos espíritus o para evitar el daño que causan en los campos o en los hogares”, indica el texto

En su libro Jesús de Nazaret: desde la entrada en Jerusalén a la resurrección, el Papa Benedicto XVI explicó que Jesucristo reclamó el derecho de los reyes a demandar modos de transporte particulares. El uso de un animal (el burro) en el que nadie se había sentado aún señala este derecho real.

Jesús deseaba que su camino y acciones fueran entendidos en términos de las promesas del Antiguo Testamento cumplidas en su persona.

Los peregrinos reconocieron a Jesús como su rey mesiánico

Benedicto XVI señala que el acto de los peregrinos de colocar sus mantos en el suelo para que Jesús camine sobre ellos “pertenece a la tradición de la realeza israelita (2Re 9,13)”. El gesto realizado por los discípulos representa una entronización en la tradición de la monarquía davídica, apuntando a la esperanza mesiánica que de ella surgía, indica el texto.

El relato de la Pasión goza de una especial solemnidad en la liturgia

La Carta de fiestas Pascuales señala en el numeral 33: “Es aconsejable que se mantenga la tradición en el modo de cantarla o leerla, es decir, que sean tres personas que hagan las veces de Cristo, del narrador y del pueblo. La Pasión ha de ser proclamada ya por diáconos o presbíteros, ya, en su defecto, por lectores, en cuyo caso, la parte correspondiente a Cristo se reserva al sacerdote”.

En la proclamación de la Pasión no se llevan ni luces ni incienso, ni se hace al principio el saludo al pueblo como de ordinario para el Evangelio, ni se signa el libro. Tan sólo los diáconos piden la bendición al sacerdote.

Para el bien espiritual de los fieles conviene que se lea por entero la narración de la Pasión, y que no se omitan las lecturas que la preceden»