Dicen que un necio cuestionó a Albert Einstein sobrecuál era el secreto del éxito. El científico, sin inmutarse, leescribió en un papel la siguiente fórmula: A=X+Y+Z.–¡Magnífico! –exclamó el preguntón– ¿Y esa fórmula?–Muy sencillo –dijo Einstein– “A” es el éxito, “X” eltrabajo, “Y” la suerte.–¿Y la “Z”?–La “Z” es el silencio.
Muchos pierden el éxito personal o profesional poropinar de manera indebida.
¡Cuántos, siendo excelentes trabajadores, no alcanzantriunfos importantes por ser, sencillamente, unos deslenguados!
¡Ay de los que incluso con innumerables oportunidades para avanzar, dejan escapar esas coyunturas claves del destino por soltar frases imprudentes o algún monosílabo inapropiado!
¡Pobres de los que aparentaron cualidades que no poseían,saliendo a relucir su ignorancia en el mismo instante que abrieron la boca! Si no lo hubieran hecho, todavía los considerarían sabios.
Si usted no sabe algo, enmudezca, no invente, quédese tranquilo, que puede hacer el ridículo, fracasar en sus propósitos, estancarse en su oficio o destruir sus logros.
Recuerdo una frase de alguien que quiero mucho: “La inteligencia del bruto es el silencio”.
Aunque estemos sometidos a los más viles ataques, alas más agudas presiones o a los tormentos más atroces,pensar antes de expresarnos o de actuar es lo adecuado.Callar: ¡qué difícil es! Y sobre todo para los que creen saberlo todo.
Hasta decir una verdad a destiempo puede complicar nuestros planes, porque la razón, para ser eficaz, debe externarse en el momento preciso, sin precipitaciones, pero con seguridad y valentía.
Nuestra lengua no debe ser frívola ni resbalosa.
Valoremosla “Z”, el principal compuesto de la única fórmula de Einstein que más o menos entiendo: A=X+Y+Z.