Coney Island volvió a la vida. Y volvió, no de manera metafórica, sino real, pues este viernes, luego de haber permanecido cerrado por 18 meses, 13 de ellos debido a la pandemia del COVID-19, el parque de diversiones más famoso de Nueva York, y uno de los más conocidos en todo el mundo, prendió motores otra vez y disparó todas sus atracciones por todo lo alto.
Desde tempranas horas de la mañana, y luego de una ceremonia oficial, en la que líderes y autoridades de la Ciudad se reunieron para mostrar con orgullo un nuevo paso en el camino a la normalización de la Gran Manzana, Coney Island volvió a tener ruido, risas, alegría, perros calientes, niños corriendo, familias felices y un sentimiento de esperanza que a muchos neoyorquinos les hacía falta, luego de la pesadilla que la ciudad ha vivido desde marzo del año pasado. Coney Island volvió a tener alma y con ello, Nueva York está respirando más fuerte.
Al menos ese es el sentir de Robert Serrano, un joven de origen puertorriqueño, quien este viernes no paraba de bailar y sonreír por poder regresar a trabajar atendiendo a los visitantes que quieren montar en la famosa rueda mecánica Wonder Wheel, que el año pasado cumplió 100 años, y cuyo festejo debió posponerse para el verano próximo.
“Me siento muy feliz. Feliz completamente, porque el hecho de que el parque reabra significa que la ciudad va a tener más alegría y más esperanza”, comentó el trabajador de Coney Island.
Hazel Delgado no necesitaba hablar mucho para transmitir lo que sentía. Acompañada de su pequeña Cynthia y su hija adolescente Cecil, sus rostros decían todo.
“Estamos muy contentos. Los niños querían diversión y vinimos a divertirnos”, dijo la orgullosa madre, quien montó a sus pequeñas en varias de las atracciones del parque, entre las que el Ciclón, Circus Candy, Fire Patrol, Rainbowheel, AeroMax, Grand Prix y las montañas rusas volvieron a ser protagonistas y unas debutantes.