27 de noviembre de 2024

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El “asesino del ferrocarril”: Ángel Maturino Reséndiz aterrorizó a EEUU y México, mató a decenas y se llevó la verdad hasta la tumba

Christopher Mayer, un estudiante de la Universidad de Kentucky, caminaba con su novia junto a las vías férreas cuando un vagabundo se les acercó con un objeto puntiagudo en la mano que nunca supieron distinguir si era un desatornillador o un picahielos.

Era una noche del verano de 1997.

Aquel extraño, de evidentes rasgos latinos pero con un inglés casi perfecto, no aceptó sus suplicas de tomar el dinero y simplemente seguirse de largo. Al contario, viendo que los adolescentes querían evitar a toda costa cualquier tipo de confrontación, aprovechó su estupor y los obligó a recostarse boca abajo para atarlos de los pies y las manos.

Inmóvil, la universitaria Holly Dunn Pendleton vio como aquel desconocido dejó caer una roca pesada sobre la cabeza de su novio. También sintió cuando momentos después se le acercó y se puso sobre su espalda. “Ya se fue. No te preocupes por él”, fueron las pocas palabras que pudo recordar de aquel episodio. Ni siquiera pudo acordarse después si sintió algo cuando la apuñalaron en el cuello con el objeto filoso, o cuando abusaron de ella y le pegaron hasta dejarla inconsciente.

Los siguientes años fueron de innumerables secuelas de estrés postraumático. Su testimonio fue replicado en más de una veintena de entrevistas, y eventualmente fundó una organización (”Holly´s House”) para apoyar a víctimas, como ella, de violencia y abuso sexual.

Sin embargo, pese a que los doctores le aseguraron que estuvo a punto de morir, fue la más afortunada.

Holly Dunn es oficialmente la única sobreviviente conocida de Ángel Maturino Reséndiz, también conocido como Rafael Resendez Ramírez, un mexicano que estuvo en la lista de los diez más buscados del FBI en 1999, y al que se le acusó de ocho asesinatos en tres estados: cinco en Texas, dos en Illinois y uno en Kentucky.

Aunque algunos criminalistas sospechan que también estuvo detrás de por lo menos 187 asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez, Chihuahua, durante la década de los noventa.

“Discapacidad mental”

Ángel Maturino Reséndiz (Foto: Especial)

Ángel Maturino Reséndiz (Foto: Especial)

Ángel nació el 1 de agosto de 1959 en Izúcar de Matamoros, Puebla, a cien kilómetros de la Ciudad de México. Su madre, Virginia Reséndiz, aseguraba que su hijo padecía una discapacidad mental, porque según ella cuando nació sufrió una caída en la que se golpeó el lado derecho de la cabeza, y supuestamente en la adolescencia recibió en el mismo lugar un piedrazo lanzado por sus compañeros de escuela.

Lo cierto es que pasó su infancia aspirando pegamento, sufriendo constantes ultrajes y conviviendo diariamente con adultos violentos. Según su propio testimonio, fue violado dos veces por un vecino cuando apenas tenía ocho años.

De igual forma, según declaraciones de la madre y abogados del acusado, se supo que Ángel Maturino padeció esquizofrenia y paranoia, aparentemente provocados por las golpizas y abusos que padeció.

Se cree que más grande trabajó en una planta empaquetadora de carne, pero es probable que dedicara la mayor parte de su vida a vagabundear. Se sabe que radicó y tenía familia en El Rodeo, Durango, donde vivían su pareja Julieta Domínguez y su hija. En Ciudad Juárez vivían su madre y sus hermanos Luis Jorge y Manuela.

Cruzó la frontera con Estados Unidos decenas de veces, pero su primera incursión en el territorio fue en 1976. Tuvo diferentes trabajos: fue recolector de naranjas en Florida, cosechador de tabaco en Kentucky, de lechuga en California y de espárragos en Washington.

A la par comenzó una larga carrera criminal que lo llevó a ser detenido y deportado al menos seis veces por diversos delitos: robo de vehículo, asalto agravado, posesión de armas y falsificación de documentos. El Servicio de Inmigración y naturalización de los EEUU lo detuvo la primera vez por cruzar ilegalmente la frontera el mismo año de su incursión en el país.

Un mes después la policía de Michigan lo detuvo por segunda ocasión y lo volvió a deportar. Tres años después, en septiembre, Reséndiz fue acusado de robo de vehículo y asalto violento en Miami, pero tras cumplir seis años en prisión recuperó su libertad y fue enviado de nueva cuenta a México.

En junio de 1986 las autoridades de Laredo, Texas, lo detuvieron por falsear documentos al intentar un nuevo ingreso a Estados Unidos. Un juez federal en San Antonio lo condenó a 18 meses de prisión, y al cumplir su condena fue desterrado nuevamente.

Tras una etapa incierta en su país, su rastro reapareció en marzo de 1989 bajo el seudónimo de Resendez Ramírez, cuando tuvo que enfrentar un juicio federal en Saint Louis, acusado de 16 cargos, que incluían declarar falsamente ser ciudadano de EEUU y la posesión ilegal de un arma de fuego.

El asesino del ferrocarril(Crédito: Jovani Pérez)(Crédito: Jovani Pérez)

Según el FBI los homicidios de Ángel Maturino iniciaron en agosto de 1997, aunque él confesó que realmente iniciaron en 1986, cuando le pegó cuatro tiros a una indigente con una arma calibre .38. Su cadáver fue encontrado en una granja abandonada. Reséndiz declaró que la conoció en un refugio para indigentes. Dijo que viajaron juntos en una motocicleta, pero aseguró que le disparó porque ella “le faltó al respeto”.

El cadáver de Michel White, de 33 años, fue encontrado el mes de julio de 1991 en un terreno abandonado en el centro de Lexington, Kentucky. Maturino les dibujó un mapa de la escena a los agentes y les dijo que asesinó a White por homosexual. En el 2006 la policía comprobó que efectivamente fue Reséndiz el que lo asesinó con un ladrillo de concreto.

El 4 de octubre de 1998, irrumpió en la casa de Leafie Mason, una señora de 81 años que vivía en Hughes Springs, Texas, y a quien asesinó con una plancha de hierro. A menos de 50 metros se encontraba la línea del tren Kansas City-Southern.

En diciembre del mismo año abusó sexualmente, golpeó y apuñaló en su propia casa a la neuróloga pediátrica de 39 años, Claudia Benton, quien era egresada de la escuela de Medicina de Baylor. Reséndiz escapó en un tren de carga de la compañía Southern Pacific.

El 30 de abril del mismo año, después de matar al estudiante Christopher Maier, asesinó a martillazos al predicador Norman “Skip” Sirnic, de 46 años, y a su esposa, Karen, de 47.

En junio del año siguiente la víctima fue Josephine Konvicka, una mujer de 73 años que también vivía cerca del trayecto del ferrocarril. La policía encontró el Jeep Cherokee de la víctima en San Antonio, Texas, y descubrió huellas dactilares en el volante que permitieron identificar a Reséndiz.

Una semana después le disparó a un hombre de 80 años, George Morber, y golpeó hasta matarla a su hija de 52 años, Carolyn Frederick, en Gorham, Illinois. La policía del condado de Jackson encontró marcas de dedos en la casa de Morber, y Maturino Reséndiz era ya sin atisbo de duda el principal sospechoso.

La policía de Houston cree que también fue responsable del asesinato de Noemí Domínguez, de 26 años, una maestra de escuela primaria que como la mayoría de los casos, también vivía cerca de las vías del tren.

La caída

Según el FBI los homicidios de Ángel Maturino iniciaron en agosto de 1997, pero el confesó que fue mucho antes

Según el FBI los homicidios de Ángel Maturino iniciaron en agosto de 1997, pero el confesó que fue mucho antes

Las autoridades ofrecieron una recompensa de USD 125.000 por el aporte de información útil, y el FBI anunció que entregaría una tarjeta verde a cualquier forastero ilegal que los llevara ante Reséndiz.

Más de 200 policías, así como numerosos cazas voluntarios de toda Norteamérica (Canadá, Estados Unidos y México), salieron a buscarlo.

Después de transmitir su caso en el programa de televisión America’s Most Wanted, donde se pide la colaboración del público para localizar criminales, en un pequeño pueblo de Durango aseguraron reconocer al hombre que aparecía en la foto difundida por el FBI.

Los parientes informaron que el nombre real del sospechoso era Ángel Leoncio Reyes Reséndiz, y no Resendez Ramírez o cualquiera de los otros 30 nombres que usaba. Su esposa, Julieta Domínguez Reyes, lo describió como un marido “ejemplar” que nunca manifestó signos de ser una persona violenta. Un vecino comentó que Ángel había estudiado años atrás en una escuela particular junto a la estación de policía, y que el año anterior había concurrido a clases para adultos, donde finalmente consiguió su título de primaria.

Resultó difícil para los que lo conocían conciliar tantas contradicciones y aceptar que Ángel estaba matando personas en los Estados Unidos.

El 13 de julio de 1999, a las 9:00 de la mañana, después de tres días de negociaciones entre el FBI y sus familiares, el asesino se entregó en un puesto de control. El fugitivo cruzó la frontera mexicana acompañado por sus dos hermanos y un sacerdote, y se rindió ante un policía montado en El Paso, Texas.

En un par de cartas enviadas por Ángel Maturino al diario San Antonio Express News escribió que a su hermana Manuela le habían dicho que podía perder su casa y sus niños si no colaboraba con su captura, y que a su hermana Manitza le insinuaron que su esposo podía tener problemas, aunque, si colaboraba, le prometían residencia en EEUU y una recompensa monetaria.

En mayo del 2000, un jurado de Houston rechazó su defensa de locura y encontró a Ángel Maturino Reséndiz culpable del asesinato y la violación de la doctora Claudia Benton en 1998.

Mientras esperaba la ejecución en la prisión de máxima seguridad de Terrel Unit, en el sur de Livingston, Texas, Maturino declaró en una entrevista periodística que era responsable de muchos más de los once asesinatos que las autoridades le atribuían. Sin embargo, se negó a revelar el número exacto o las identidades de sus víctimas. Solo aclaro que muchos eran homosexuales.

No voy a darles a las autoridades la información. Van a matarme de cualquier modo, así que ¿para qué? La única cosa que puedo tener conmigo y resguardar de los gringos es la verdad”, dijo durante la entrevista.

Para el investigador especial de Chihuahua, Zuly Ponce, y para el criminalista canadiense, Candance Skrapec, se sospechaba que Ángel Reséndiz había matado a 187 mujeres en Juárez. Los dos encontraron similitudes entre las víctimas en ambos lados de la frontera.

Uno de los médicos que analizaron a Maturino dijo que éste reconoció que los homicidios comenzaron poco después de que su pareja tuviera un aborto. También le indicó que mató a sus víctimas de Illinois debido a unas fotografías que le recordaron los ataques estadounidenses en Serbia.

No más serbios muertos”, decía una leyenda encontrada en la escena del crimen.

Reséndiz llegó a creer en algún punto que hacía la voluntad de Dios.

El 27 de junio de 2006 fue ejecutado por inyección letal y declarado muerto a las 8:05 de la noche del día siguiente. El esposo de Claudia Benton estuvo presente en la ejecución.