La idea surgió mientras Joe Biden era candidato y estaban llevándose a cabo las audiencias de confirmación de Amy Coney Barrett, la última jueza en ingresar a la Corte Suprema de Justicia de los Estados unidos, nominada por el entonces presidente Donald Trump. Hoy, ya en la Casa Blanca, el actual mandatario comenzó a darle forma concreta.
La administración de Biden comenzó un proceso para crear una comisión que explorará maneras de reformar el máximo tribunal y, más ampliamente, al sistema judicial federal en su conjunto. El objetivo es conformar una comisión bipartidista.
La Casa Blanca creó una oficina que se encargará de guiar y proveer información a la comisión, mientras que el reconocido Bob Bauer, abogado principal de la campaña de Biden, ofrecerá ayuda legal.
Este miércoles comenzaron a conocerse los primeros nombres de quienes han sido invitados a formar parte de la comisión. La primera es Cristina Rodríguez, una profesora de leyes de la universidad de Yale y ex asistente del fiscal general de la nación durante la administración Obama. Según reportaron medios locales, a Rodríguez le habrían ofrecido la presidencia, que sería compartida con un republicano.
Caroline Fredrickson, ex presidente de la sociedad americana constituyente, y Jack Goldsmith, profesor de leyes en la universidad de Harvard y ex asistente del fiscal general de justicia de la nación bajo la administración Bush, también habrían recibido ofertas para formar parte del cuerpo, y las negociaciones parecerían estar avanzadas.
La principal idea deslizada en campaña por Biden fue la de expandir la Corte Suprema para que tenga más miembros que los nueve actuales. En el pasado, Fredrickson ha declarado públicamente apoyar ese concepto. En una entrevista en el 2019, declaró que “la gente suele no saber que la constitución no define a la Corte Suprema como un cuerpo de nueve personas, sino que ese número ha ido variando a lo largo de los años”.
El presidente de los Estados Unidos, Joe Biden. Foto: REUTERS/Kevin Lamarque
A Rodríguez no se la ha escuchado públicamente manifestar cuál es su postura al respecto de la ampliación del tribunal, aunque se presume que dada su cercanía al partido demócrata, estaría a favor. No obstante, la designación de Goldsmith permite pensar que están buscando incorporar voces disidentes.
En el pasado Goldsmith ha dejado en claro que no era un republicano alineado al ex presidente Trump, pero hizo campaña a favor de la confirmación en la corte suprema del juez conservador Brett Kavanaugh, cuya nominación por parte de Trump fue la que primero generó conversaciones acerca de la posibilidad ampliar la corte.
Se espera que el comité esté compuesto entre 9 y 15 miembros. Durante la campaña, Biden se mostró abierto a considerar una reforma del tribunal, pero aclaró que no es un fanático de incorporar un gran número de nuevos jueces.
“Lo último que queremos es convertir a la Corte Suprema en un equipo de fútbol político en el que quien tenga más votos tiene la decisión. Los presidentes van y vienen, pero la Corte Suprema siempre estará asi”, dijo Biden en una entrevista con el programa 60 minutos el pasado mes de octubre.
Brett Kavanaugh y Amy Coney Barrett, los dos últimos jueces de la Corte Suprema nombrados por Donald Trump. Foto: REUTERS/Jonathan Ernst/Pool
Más allá de la idea de incorporar nuevos jueces, también se ha deslizado la posibilidad de que los puestos en la corte dejen de ser vitalicios -es decir, duren de por vida- y pasen a tener límites como cualquier otro puesto político.
Cualquier reforma aconsejada por esta comisión en última instancia debería ser aprobada por el Senado y el presidente Biden siempre se reservaría el derecho al veto.
Durante sus cuatro años en la Casa Blanca, Trump nominó y logró la confirmación de tres de los actuales nueve jueces de la Corte Suprema. Muchos creen que ese será el mayor legado de su administración.