13 de octubre de 2025

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Chicago pasa a ser una ciudad caótica tras politica migratoria de Trump

Chicago 1
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Derrick Nash estaba de pie en el portal de su casa: encendió un cigarrillo y sacudió la cabeza.

Era una tarde lluviosa de viernes y, a pocos pies de él, se extendía un caos que ya le resultaba familiar. Junto a su casa, en la avenida 25, una de las principales arterias de esta pequeña localidad, los manifestantes gritaban obscenidades a través de megáfonos, y se enfrentaban a agentes de policía locales apostados frente a las instalaciones federales donde los oficiales del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) estaban llevando a los inmigrantes recién detenidos.

Algunos agentes de policía, equipados con chalecos antibalas, se encontraban en la calle. Otros estaban apostados en todoterrenos, y bloqueaban y mantenían a las personas en las aceras. Cámaras de televisión habían sido instaladas a pocos pies y los periodistas transmitían los sucesos en directo.

Frente a las instalaciones de ICE, al otro lado de la calle de la casa de Nash, protestaba una multitud de personas hasta que algunos rompieron una barricada. Los agentes de la Policía Estatal de Illinois irrumpieron porras en mano y contuvieron a la multitud. Dos agentes aparecieron luego, escoltando a dos nuevos detenidos.

«Ha pasado un mes», dijo Nash, «esto no va a parar».

Antes de esto, Broadview, un pueblo de 8,000 habitantes que se extiende a lo largo de poco más de dos millas (tres kilómetros), era prácticamente desconocido. Sus tranquilas calles, donde algunos vecinos dicen que ni siquiera cierran con llave las puertas de sus autos, habían atraído a una mezcla diversa de familias de clase media y trabajadora, incluyendo hispanos, negros y blancos. Ahora, después de que el Departamento de Seguridad Nacional (DHS, en inglés) lanzara la Operación Midway Blitz, una serie de detenciones de inmigrantes ordenadas por el presidente, Donald Trump, este suburbio de Chicago se ha transformado drásticamente en el centro neurálgico de resistencia.

En las últimas semanas, el lugar ha atraído a la secretaria de DHS, Kristi Noem; al comandante de la Patrulla Fronteriza, Gregory Bovino; a los dos senadores demócratas del estado, Dick Durbin y Tammy Duckworth; y a una serie de aspirantes al Congreso, entre ellos una que dijo que fue tirada al suelo por un agente de ICE.

Helicópteros sobrevuelan constantemente y las manifestaciones a menudo obligan al tráfico a detenerse o reducir la velocidad en las principales vías públicas. Forasteros copan los aparcamientos de la calle y dejan allí sus autos todo el día. Los ecos de los gritos a través de los megáfonos pueden ser oídos por quienes cortan el césped o trabajan en sus vehículos al aire libre. Los violentos enfrentamientos han provocado nubes de gas lacrimógeno que hacen que los niños y sus padres corran a refugiarse en sus casas, incluso a varias manzanas de distancia. El sábado por la noche, hace más de una semana, un grupo de manifestantes bloqueó una autopista cercana.

Fue entonces cuando la alcaldesa Katrina Thompson emitió una orden ejecutiva: los manifestantes solo podían manifestarse de 9 de la mañana a seis de la tarde.

«Es una perturbación de la vida de las personas. Nos merecemos una buena calidad de vida. Esta es nuestra calidad de vida. Nuestra gente necesita tranquilidad después de trabajar todo el día. Necesitan poder descansar por la noche», declaró Thompson a NBC News, cadena hermana de Noticias Telemundo. «Tenemos familias con niños que tienen discapacidades del desarrollo. El estrés emocional que tienen que soportar [es alto], debido a los helicópteros, las luces estridentes de nuestros equipos de seguridad pública, ya sea la policía o los bomberos», agregó.

Thompson indicó que las instalaciones de ICE, que estaban destinadas a funcionar sólo como centro de procesamiento, llevan décadas ubicadas en la misma zona industrial. Era difícil encontrar a algún residente o empresario que supiera de su existencia antes de las recientes manifestaciones.

Thompson culpó a las autoridades federales por la escalada de enfrentamientos. Declaró que cuando los manifestantes aparecieron hace aproximadamente un mes, eran pacíficos. Los grupos defensores de la Primera Enmienda de la Constitución han acusado a las autoridades federales de emplear tácticas excesivas, como lanzar gases lacrimógenos y balas de pimienta a los manifestantes y a los medios de comunicación. Un juez federal de Chicago dictaminó que las fuerzas del orden federales no podían emplear tales tácticas a menos que existiera una amenaza grave.

An Illinois State police officer confronts protesters outside the Broadview ICE processing facility in Broadview, Ill., on Friday, Oct. 10, 2025.

Thompson indicó que había cierta ironía en que la Administración Trump anunciara un acuerdo de paz en el Medio Oriente, incluso cuando los enfrentamientos en su propio país se han acelerado.

«He oído hablar de la posición de paz en Gaza, pero ni siquiera tenemos paz en nuestra propia nación. La hipocresía es tan evidente», subrayó. «¿Cómo se puede hablar de paz en otro lugar y no en Estados Unidos?

El DHS y ICE no respondieron a una solicitud de comentarios. Las escaramuzas y las detenciones persistieron durante el pasado fin de semana, lo que llevó a la alcaldesa a anunciar este lunes que el pueblo limitaría aún más la zona designada para las protestas.

Mayor Katrina Thompson in her office in Broadview, Ill.
La alcaldesa, Katrina Thompson.

Para Nash, lo que pasó el viernes no fue lo peor. Durante fines de semana anteriores, vio un camión blindado patrullando la zona, además de un montón de agentes federales.

«Parecía un ejército», dijo, era «como un ejército».

En un momento dado, según Nash, un agente persiguió a un hombre hasta su jardín, rompió una cerca y disparó balas de goma. Relató que sus hijos, su sobrina y su sobrino no han podido ir a la escuela los últimos cuatro viernes porque el autobús no puede llegar hasta su casa. Peor aún, las nubes de gas lacrimógeno lanzadas por los agentes federales han sido tan potentes que han irritado a dos de los niños de la casa que padecen asma, incluso cuando están dentro, añadió. Un niño autista que también vive en la casa ha tenido dificultades para soportar el incesante zumbido de los helicópteros que vuelan constantemente sobre su cabeza, aseguró.

A unas manzanas de distancia, Steven Vega y su esposa, Jocelyn Ovellana, han tenido sus propios problemas. Un fin de semana reciente, durante un último suspiro del calor del verano en octubre, intentaron celebrar una cena en el jardín con sus tres hijos. De repente, los niños empezaron a quejarse de que les picaban los ojos y no se sentían bien. Ovellana y Vega se dieron cuenta entonces de que se trataba de gas lacrimógeno, relataron.

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«Te entra en los ojos, lo notas», explicó Ovellana, mientras señalaba hacia sus ojos y estómago. «Tuvimos que correr hacia dentro», agregó.

A un par de calles de distancia, J.P. O’Connor dijo que podía oler lo que describió como azufre en el aire durante dos noches.

«Da miedo», dijo O’Connor mientras sostenía a uno de sus hijos. También se aseguró de mantener a sus hijos en casa para protegerlos del gas lacrimógeno que impregnaba el barrio. «La gente tiene miedo de salir. Nadie quiere lidiar con lo que está pasando», explicó.

Todo eso ocurre a la par del miedo generalizado, según los residentes, de que las agresivas tácticas de inmigración puedan afectarles. Es un miedo que muchos tienen a pesar de ser ciudadanos.

«Ahora me siento insegura hasta cierto punto», declaró Angela Flowers, una afroamericana que lleva 10 años viviendo en Broadview. Se refería a una redada nocturna en el barrio de South Shore, en Chicago, en la que los agentes utilizaron un helicóptero militar. «ICE está haciendo muchas cosas extremas ahora», afirmó. «Hace unos días hicieron una redada en un edificio donde había personas afroamericanas».

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En una noche especialmente intensa, cuando los agentes de inmigración lanzaron bombas de gas contra la multitud, el manifestante Bryan Brannon aseguró que vio a un par de personas que necesitaban atención médica. Corrió hacia la Avenida 25 para pedir ayuda a la policía de Broadview. Le dijeron que no podían debido a la toxicidad del aire, relató. El departamento cuenta con solo 24 agentes, que trabajan en turnos de 12 horas, según la alcaldesa.

«Ni siquiera tenían mascarillas. Así que les di mascarillas quirúrgicas», dijo Brannon, que vive en el extremo norte del suburbio de Evanston. La policía de Broadview no respondió inmediatamente a una solicitud de comentarios sobre ese incidente.

Brannon ha sido parte de la multitud de manifestantes que Broadview ha atraído de todo el país. Levi Rolles, de Carolina del Norte, conocido como Spicy Jesus, es una presencia constante que duerme en una tienda de campaña junto a una zona de la Primera Enmienda, o de libertad de expresión, cerca de las instalaciones de ICE. Rolles aseguró que fue arrestado a los 45 minutos de llegar, acusado de ralentizar el tráfico. Afirmó que las marcas rojas que cubren su espalda son prueba de sus repetidos enfrentamientos con las fuerzas del orden.

Levi Rolles, known as “Spicy Jesus,”shows the welts on his from repeated clashes with law enforcement.
Levi Rolles, conocido como ‘Spicy Jesus’, muestra las marcas causadas por enfrentamientos con las fuerzas del orden. 

«Me han disparado tanto balas de pimienta como de goma. Nos lanzaron gases lacrimógenos algunos días, los viernes y los sábados», dijo. Rolles dijo que viajó a Broadview para defender a los inmigrantes de la agresión. «Básicamente, han estado actuando sin obstáculos ni impedimentos», agregó.

Cerca de Rolles, media docena de mujeres estaban de pie junto a autos parqueados, con rosarios entre las manos y la cabeza inclinada en oración. Un hombre vestido con un disfraz de dinosaurio verde ponía a todo volumen la canción Baba O’Riley y gritaba a los agentes federales a través de un megáfono. Al ver que no había público, se retiró.

En hora crítica, un puñado de manifestantes cerca de la salida de una autopista levantaron carteles denunciando a ICE. Una pancarta decía: «Toca el claxon si apoyas la Constitución». Numerosos conductores tocaron sus bocinas y algunos levantaron el puño en señal de solidaridad. Ese día, un manifestante opuesto a las protestas pasó lentamente en su auto y puso a todo volumen God Bless the USA. El hombre dio la vuelta en el vehículo y regresó con Born in the USA. Él y Julio Vilches, un inmigrante mexicano, se gritaron el uno al otro desde fuera.

«¡Por qué no viniste [al país] de la manera correcta!», dijo el hombre, que iba en un todoterreno.

Justo después de él, otro hombre empleó la misma táctica. Conducía con la música a todo volumen y las ventanas abiertas. Pero llevaba un gran sombrero, ponía música mexicana y tocaba alegremente el claxon. Al verlo, el grupo que estaba cerca sonrió y vitoreó.

«Este era un lugar tranquilo», comentó Flowers, que vive a una milla (dos kilómetros) del lugar de los hechos. «Ya no lo es».