8 de octubre de 2025

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Gaza, dos años después, entre la ruina, el miedo y la desilusión

Gaza
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Han pasado dos años desde que el grupo militante Hamas lanzó su ataque más brutal contra Israel, el 7 de octubre de 2023. Desde entonces, la Franja de Gaza se ha convertido en un escenario de devastación humana, social y moral. Las imágenes que llegan desde el enclave palestino ya no evocan solo la guerra, sino una descomposición total. “Los perros están comiendo los cuerpos de los muertos… ¿hay algo peor que eso?”, dice F., un hombre de 60 años que aún vive entre los escombros, con la voz quebrada por el horror.

No se trata de una metáfora, sino de una realidad cotidiana. Las calles están cubiertas de ruinas, cuerpos y silencio. En los campamentos, el aire se mezcla con el olor a muerte y desesperanza. La guerra ha cambiado Gaza para siempre y muchos de sus habitantes aseguran que ya no reconocen el lugar que solían llamar hogar.

La traición de Hamas

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Durante 17 años, los gazatíes fueron convencidos de que la “resistencia” era un sacrificio sagrado, que la lucha traería dignidad y libertad. Hoy, esa narrativa se ha desplomado. “Hamas nos llevó al infierno”, dice F. “Nada queda. La gente ha perdido todo lo que tenía, ¿y para qué? No obtuvimos nada más que muerte y destrucción.”

El sentimiento de traición es profundo. F. acusa directamente a los líderes del movimiento: “Fueron mentirosos. El 7 de octubre fue un día oscuro. Atacar a Israel fue un error enorme, imposible de corregir.” Sus palabras reflejan el cambio de ánimo en amplios sectores de la población, que se sienten abandonados y manipulados por la cúpula islamista.

“Vivimos en depresión desde hace dos años”, continúa F. “La gente preferiría morir antes que seguir soportando este sufrimiento. Hamas no estuvo para defendernos cuando más lo necesitábamos.” En los campos de refugiados, el hambre y las enfermedades son una constante. No hay electricidad estable, ni agua potable suficiente, y las infraestructuras médicas colapsaron hace tiempo. La devastación material ha dado paso a una fractura emocional profunda: “Ya nadie piensa en ideologías ni en venganza. Cuando no tienes qué comer ni dónde dormir, simplemente dejas de sentir”, confiesa.

Omar, otro residente de Gaza que huyó de la ciudad, asegura que el poder de Hamas se ha debilitado, pero su sombra sigue presente. “La organización ya no es lo que era, pero todavía está ahí. La gente tiene miedo de hablar. Algunos militantes se esconden por vergüenza; otros aún prestan servicios básicos para evitar el caos total.”

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Los insultos contra Hamas son ahora frecuentes en las calles. “Los que celebraron al principio ahora dicen que fue una locura”, comenta Omar. Sin embargo, la población aún teme a los castigos o represalias. “Hamas sigue en la mente de la gente, como una cicatriz difícil de borrar.”

Pese al desencanto generalizado, una minoría aún defiende la narrativa de Hamas como símbolo de resistencia. En redes sociales circulan mensajes que glorifican el ataque de 2023 como “la derrota heroica infligida al enemigo sionista”. Pero en la práctica, no ha habido una rebelión civil contra el grupo, lo que demuestra el poder psicológico y estructural que aún conserva.

Michael Milshtein, experto del Centro Moshe Dayan de Estudios del Medio Oriente en Tel Aviv, explica que “la población tiene miedo de desafiar a Hamas, y algunos todavía simpatizan con su ideología, incluso tras la catástrofe.” Según Milshtein, aunque debilitado, el grupo sigue controlando los sistemas religiosos y educativos que quedan en pie: “Hamas es menos fuerte, pero sigue siendo la autoridad dominante en Gaza.”

Sin salida visible

Atrapados entre la guerra y un gobierno desacreditado, los gazatíes sienten que su tragedia no tiene fin. “Queremos que esto termine, pero eso solo será posible con una solución diplomática”, dice Omar. “Aceptaríamos cualquier autoridad que devuelva nuestra dignidad y nos saque de esta pesadilla sangrienta.”

El futuro de Gaza sigue siendo incierto. La población está exhausta, dividida entre la rabia y la resignación, entre el deseo de paz y el temor de otro ciclo de violencia. En los escombros del Tiba Tower, derrumbado por un bombardeo israelí en septiembre de 2025, algunos buscan entre las ruinas objetos salvables, recuerdos de una vida que ya no existe. Otros, simplemente, observan en silencio, con la mirada perdida.

Porque, como dice F., “en Gaza ya no hay sueños, solo sobrevivientes.”