
Entre palmadas en la rodilla de Trump, apretones de manos e intercambios de palabras en varios momentos, así se vivió el reencuentro del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el empresario Elon Musk en el funeral de Charlie Kirk, activista ultraconservador asesinado el pasado 10 de septiembre, casi tres meses después de su confrontación pública.
Durante la transmisión del evento, celebrado en el State Farm Stadium de Arizona ante más de 70.000 seguidores, las cámaras captaron a Trump y Musk dejando al parecer a un lado sus diferencias para conversar y posteriormente estrecharse la mano.
Musk, aliado clave de Trump durante la campaña electoral, fue luego designado al frente del controvertido Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), creado para reducir el gasto público.

Las tensiones entre ambos habían escalado en junio con intercambios agresivos en redes sociales; en un momento Musk publicó en X que las autoridades federales tenían información adicional sobre Trump en los archivos de Jeffrey Epstein y sugirió que debía ser sometido a juicio, aunque luego eliminó la publicación.

Trump cerró el homenaje a Kirk, quien murió tras recibir un disparo mientras ofrecía una charla en la Universidad Utah Valley. Al acto asistieron también destacados líderes republicanos, como JD Vance, vicepresidente y amigo cercano de Kirk; Robert F. Kennedy Jr., secretario de Salud; Marco Rubio, secretario de Estado; y Pete Hegseth, secretario de Defensa, quienes pronunciaron discursos de alabanza en honor al activista.
La magnitud del evento llevó al Departamento de Seguridad Nacional (DHS) a clasificarlo con la máxima seguridad, debido a amenazas de credibilidad indeterminada hacia los asistentes. En este contexto, el funeral reunió a líderes políticos, funcionarios y seguidores en un ambiente tenso, marcado por un refuerzo de las medidas de protección en la ciudad.
El fallecimiento de Kirk elevó la preocupación nacional sobre la seguridad de figuras públicas y la libertad de expresión en actos presenciales, generando nuevas discusiones sobre la evaluación de amenazas potenciales y el despliegue de medidas de seguridad. Desde el anuncio del funeral, el DHS y los cuerpos estatales intensificaron la presencia de personal y la colaboración interinstitucional. Un boletín policial al que tuvo acceso ABC indicó que se rastreaban “varias amenazas de credibilidad desconocida”, aunque no se confirmó su origen ni autenticidad.
El funeral de Charlie Kirk se convirtió así en un acto de homenaje de alto perfil, donde la política y la seguridad se entrelazaron con la emoción de miles de seguidores del activista.