El 17 de julio de 1966, apenas 16 días después de su toma de posesión como presidente, Joaquín Balaguer presenció su primer desfile militar oficial en la capital dominicana.
La escena fue imponente: tropas alineadas a lo largo del Malecón de Santo Domingo, tanques, banderas al viento y aviones sobrevolando la ciudad. La Avenida George Washington se convirtió en un símbolo del retorno al “orden institucional”, luego del caos de la guerra civil de 1965 y la ocupación por parte de las tropas de la Organización de Estados Americanos (OEA).
Balaguer, que había ganado las elecciones bajo la mirada vigilante de Estados Unidos y tras un proceso marcado por tensiones militares y sociales, buscaba enviar un mensaje claro: el nuevo gobierno tenía el control.
El desfile fue más que una celebración patriótica. Fue una demostración de fuerza, legitimidad y estabilidad, con la mirada puesta en reconstruir la imagen del país y reafirmar la autoridad del poder civil frente a los militares y la comunidad internacional.
Aquel día no solo desfilaban soldados. También marchaban los temores, las heridas de un conflicto reciente… y las esperanzas de una nación que quería mirar hacia adelante.
¿Puede un desfile cambiar la percepción de una nación?
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Contar la historia de la República Dominicana, una imagen y un vuelo a la vez. – Moisés Arias
