
“Cada país tiene que tomar una decisión”. Con esas palabras, una funcionaria del Departamento de Estado de Estados Unidos enfatizó que las naciones de América Latina y el Caribe deben definir su posición ante uno de los escenarios internacionales más complejos del momento: la creciente tensión entre Estados Unidos, Israel e Irán.
Esta declaración se produjo a pocas horas del inicio de la 55ª asamblea general de la Organización de Estados Americanos (OEA), que se desarrolla esta semana en Antigua y Barbuda. En este contexto, la diplomacia estadounidense ha intensificado su discurso en respuesta a los recientes hechos, específicamente los bombardeos de Estados Unidos contra infraestructuras nucleares iraníes, en apoyo a las operaciones militares del gobierno israelí.

La acción ha generado una rápida reconfiguración de posturas políticas en la región, con respuestas diversas entre los distintos gobiernos del continente. Algunos países como Venezuela, Cuba y Nicaragua expresaron su respaldo a Teherán. Estas naciones fueron calificadas por Marco Rubio como “enemigos de la humanidad”, una afirmación que ha generado reacciones diversas en distintos sectores.
Otros gobiernos, como el de Brasil y miembros del bloque ALBA, incluyendo a Bolivia y Antigua y Barbuda, también condenaron las acciones emprendidas por Estados Unidos, sumándose a los señalamientos contra la ofensiva militar en Medio Oriente.

En contraste, el gobierno de Argentina manifestó su apoyo a la administración estadounidense, mostrando un claro alineamiento con la postura de la Casa Blanca.
Desde la óptica de la diplomacia de Estados Unidos, esta coyuntura representa una elección trascendental. Según declaró la funcionaria mencionada, “es una gran oportunidad para que los países en la región se den cuenta de qué lado van a estar, si van a apoyar a un régimen que es un patrocinador estatal del terrorismo o qué postura van a tomar”. Además, puntualizó que la neutralidad ya no es considerada una alternativa válida dentro de este panorama geopolítico.

En otro enfoque, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, prefirió hacer un llamado más reflexivo y simbólico. Citó al fallecido papa Francisco al expresar: “la guerra es el mayor fracaso de la humanidad”. Por su parte, el gobierno de Uruguay manifestó una postura cautelosa. Aunque no expresó apoyo explícito a ninguno de los bandos, sí compartió su inquietud sobre el aumento de tensiones militares en Medio Oriente.
Esta situación se desarrolla en un entorno internacional de alta sensibilidad, luego de que Irán respondiera a las acciones militares reiterando que su programa nuclear tiene propósitos exclusivamente civiles. Al mismo tiempo, Israel sostiene que la república islámica busca adquirir capacidades nucleares con otro tipo de intenciones.
Con la apertura oficial de la asamblea de la OEA, los gobiernos del hemisferio occidental encaran una de las presiones diplomáticas más intensas del año, en un contexto donde la decisión de cada país podría influir en el futuro de la cooperación regional, la estabilidad política y las relaciones internacionales en el continente.