Santo Domingo, RD.
Las películas donde los niños hacían casitas encima de un árbol, es algo que en la infancia parecía genial, pero llevado a la vida real y a este 2021, es una historia que nadie quisiera vivir y sin embargo se vive.
Es el caso de Richard Rodríguez, un hombre de 49 años de edad, afable, sincero, capaz de transmitir paz y alegría con sus palabras, quien se las ha arreglado para construir una casa en un árbol.
Rodríguez vive hace al menos 20 años en el lugar, ubicado en la calle Pedro Livio Cedeño, en el barrio de Villas Agrícolas.
Recolectando madera y piezas de zinc fue poco a poco armando su propio hogar de aproximadamente 10 pies de ancho y largo, donde pasa la mayor parte del tiempo: duerme, ve televisión, tiene su nevera, hasta su salita donde descansa en su mecedora cuando termina su labor de gomero.
“Los vecinos del frente me ofrecieron que viviera con ellos, pero es que yo no puedo, eso me da vergüenza, aquí no me cae agua, puede llover y estoy seguro, eso sí siempre me arropo, pues el árbol atrae muchos mosquitos”, dijo mientras ponía un parche en una goma de un motor.
Bañarse y realizar sus necesidades fisiológicas no son obstáculos para él, debajo de su casa, entre las raíces, tiene una especie de baño, pero también sus vecinos, sobre todo el del frente, en la avenida, le permiten cuando él quiere, utilizar los suyos.
Su comida la hace en la calle. Con pedazos de palo enciende una fogata donde cuece sus alimentos. Esto aunque sus vecinos, le ofrecen la mayor parte del tiempo algo de comer.
“Yo no me valgo de nadie, aunque tengo mi gente por aquí que me quiere, yo hago mis cosas,”, dijo mientras sacaba tres pedazos de yuca, un guineíto, dos batatas y dos huevos, estos para ponerlos en una ollita y hervir en la fogata.
Debajo del árbol con numerables lianas armó su propio taller, que de manera empírica le permite reparar gomas.
Los precios de sus labores cotidianas no sobrepasan los 200 pesos; reparar una goma de una bicicleta cuesta RD$50, por cada goma de un motor cobra RD$100, y por las de un carro RD$150.
Realizar sus labores cuando la energía eléctrica se va, se vuelve una odisea, el trabajo se torna más tedioso, ya que debe calentar el metal de una plancha vieja de ropa, en el fogón donde también prepara sus alimentos, para pegar los parches de las gomas que le traen los clientes.
El deseo de Richard no es que sus días culminen encima de ese árbol. Siendo panadero, oficio que realizaba mucho antes que la actual, reunió 30,000 pesos y compró un solar en Villa Mella. Al día de hoy, con gran parte de lo que consigue con su trabajo de gomero, compra materiales para construir su casa sustentada en la tierra.
“Yo me siento tan optimista de que lo voy a lograr, yo construiré mi casa, y no una como esta, una de verdad”, expresa con furor.
En sus bolsillos portaba la última factura por un valor de RD$5,000, que describía las varillas, blocs, comprados desde el pasado mes de diciembre, pero que aún no ha buscado en la ferretería porque le faltaba completar el dinero de comprar el cemento.
Con sus propias manos, gracias a que aprendió a trabajar albañilería, plomería y electricidad, construye con entusiasmo lo que será su nuevo hogar.
“Yo aspiro a tener mi casa, ya que no tengo los recursos de pagarle a alguien que lo haga por mí, pues yo aprendí a trabajar construcción, me iba a ayudarle a los plomeros y así aprendí a trabajar plomería”, dice al tiempo de aclarar que su vida siempre ha transcurrido en la calle.
SERVICIAL
Opinión de los vecinos
Sus vecinos lo describen como una persona humilde, que nunca se niega a hacer un favor.
“Él es dadivoso, a cualquiera le hace un favor. Yo tengo una pasola y si se me pincha una goma y no tengo dinero Richard no le da mente a eso. Me dice, me lo das después, no hay problema. Es la persona más humilde que he conocido”, expresó Omar Gómez, uno de sus vecinos.
Dijo también que para todos fue extraño que alguien hiciera una vivienda encima de un árbol, pero que él ha sabido ganarse el cariño y respeto de todos.