
Bajo el nombre papal de León XIV, el cardenal estadounidense Robert Francis Prevost Martínez asumió este 8 de mayo como nuevo Papa de la Iglesia católica. Como marca la tradición, el propio Pontífice elige su nombre y este proviene del latín “Leo”, que significa literalmente “león”, el animal.
El nombre suele estar asociado con cualidades como valentía, fuerza, nobleza, liderazgo, y en algunos contextos, protección.
En las tradiciones cristianas, “León” también tiene una carga simbólica, ya que representa a menudo al evangelista San Marcos y es símbolo de resurrección y poder divino.
Por su parte, en la Edad Media era un nombre que transmitía prestigio, especialmente en linajes reales o guerreros, como por ejemplo, el célebre Ricardo Corazón de León.
El nombre de “León XIV” promueve un pontificado de largo recorrido
Robert Prevost eligió León XIV y evoca una tradición de 13 papas antiguos que marcaron épocas diferentes. Además, apunta a un pontificado del que ahora se espera un largo recorrido.
Según reseña El Confidencial, la edad joven del nuevo Papa (69 años), con su buena salud y experiencia acumulada, refuerzan la idea de que el líder de la Iglesia católica se mantenga por muchos años. En tiempos de incertidumbre, optó por un mensaje claro: un Papa fuerte y continuo.
Estos son los Papas que decidieron llamarse “León”:
- León I (440–461)
Apodado “el Grande”, no solo detuvo a Atila el Huno con diplomacia en lugar de armas, sino que además dejó una huella imborrable en la teología cristiana. Su pensamiento lo convirtió en uno de los primeros Doctores de la Iglesia.
- León II (682–683)
Pontífice breve pero influyente: ratificó las decisiones del Tercer Concilio de Constantinopla y aportó su nota musical a la historia al impulsar mejoras en el canto gregoriano.
- León III (795–816)
Su nombre está grabado en letras doradas por haber coronado a Carlomagno como emperador romano, sellando así una alianza decisiva entre el papado y el naciente Imperio carolingio.
- León IV (847–855)
Héroe silencioso tras los estragos de los sarracenos. Reconstruyó Roma y mandó levantar el Muro Leonino, una muralla que protegió al Vaticano por siglos.
- León V (903)
Su historia es una ráfaga: gobernó apenas un mes antes de ser depuesto por un antipapa. Un pontificado tan breve como turbulento.
- León VI (928)
En medio de intrigas palaciegas, su papado fue efímero y terminó en tragedia. Su asesinato lo convirtió en una figura casi olvidada, aunque representativa de tiempos oscuros en el Vaticano.
León VII (936–939)
Con una diplomacia serena, actuó como árbitro entre facciones italianas y fortaleció la vida monástica concediendo privilegios a centros reformistas como el monasterio de Cluny.
- León VIII (964–965)
Su figura divide a los historiadores: fue designado por el emperador Otón I y considerado antipapa por muchos. Aun así, ejerció poder real durante su corto mandato.
- León IX (1049–1054)
Un verdadero reformador. Enfrentó la corrupción eclesiástica, luchó contra la simonía y terminó siendo uno de los protagonistas involuntarios del Cisma de Oriente, que dividió a la Iglesia católica y la ortodoxa.
- León X (1513–1521)
Miembro del poderoso clan de los Médici, su papado coincidió con el estallido de la Reforma. Excomulgó a Martín Lutero, pero también quedó marcado por los lujos y excesos de su corte.
- León XI (1605)
Su paso por el trono de Pedro fue tan fugaz como simbólico: 26 días de pontificado antes de morir, víctima de una salud frágil. Fue apodado “el Papa de las cinco semanas”.
- León XII (1823–1829)
Un papa conservador en tiempos de cambio. Reforzó la educación religiosa, pero también aplicó políticas duras contra judíos y otras minorías. Su visión restauradora dejó un sabor amargo en la historia moderna del papado.
- León XIII (1878–1903)
Considerado el gran pensador social de su tiempo. Su encíclica Rerum Novarum puso las bases de la doctrina social de la Iglesia y lo convirtió en pionero en temas laborales y justicia. Su largo pontificado marcó el final del siglo XIX con una Iglesia más abierta al mundo obrero.
Entre los nombres que resonaban con fuerza, cada uno con su historia, sus convicciones y su visión del rumbo que debe tomar la Iglesia, Prevost representa el tipo de liderazgo que el papa Francisco buscó instalar en la Iglesia: cercano a los márgenes, con sensibilidad social, vocación misionera y una mirada más global que europea.