
Musk ha lanzado el dado. Si logra sostener el impulso inicial, reclutar candidatos viables y navegar las trabas legales del sistema electoral estadounidense, el America Party podría ser mucho más que una anécdota política, podría convertirse en el catalizador de una nueva era de pluralismo radical y ruptura institucional.
Washington, DC: Cuando Elon Musk anunció la creación del America Party el 5 de julio de 2025, muchos lo tomaron como una de sus habituales provocaciones mediáticas. Pero los datos no mienten, una encuesta relámpago en su propia red X, con más de un millón de votos, reveló que más del 60% de los encuestados apoyaban la formación de un nuevo partido político. Lo que parecía una ocurrencia más de un empresario tech convertido en figura política polarizante, hoy amenaza con sacudir los cimientos del duopolio demócrata-republicano.
En la era del desencanto institucional, el America Party representa un proyecto político con más viabilidad de lo que sus críticos quisieran admitir. Su discurso se nutre del malestar generalizado con Washington, del auge de figuras anti-establishment y de una base cultural que va desde la defensa de la libertad de expresión hasta el apoyo a las criptomonedas y el derecho a portar armas. Musk ha logrado capturar a una porción del electorado que no se siente representado ni por los liberales costeros ni por los conservadores tradicionales del “deep state” republicano.
Lo que diferencia al America Party de otros esfuerzos fallidos de terceros partidos, como el Forward Party de Andrew Yang o el Reform Party de Ross Perot, es el músculo mediático, tecnológico y financiero que Musk tiene a su disposición. Con plataformas como X, Tesla, SpaceX y Neuralink, Musk puede promover sus ideas sin depender de la prensa tradicional ni de los canales políticos establecidos. Además, ya cuenta con el respaldo informal de figuras con influencia en círculos independientes como Mark Cuban o Anthony Scaramucci, que podrían ayudar a darle legitimidad y cobertura electoral.
El verdadero obstáculo, sin embargo, será acceder a las boletas estatales. El sistema estadounidense impone un laberinto de requisitos, desde firmas válidas hasta cuotas regionales, que históricamente han marginado a los terceros partidos. Pero si una figura puede movilizar masas, crear infraestructura digital para la recolección de firmas y canalizar millones en tiempo récord, es Elon Musk.
Musk no necesita conquistar la Casa Blanca, al menos no ahora. Le basta con ganar algunas senadurías estratégicas en estados clave como Texas, Arizona o Nevada, donde el voto independiente ha ido en aumento. Una bancada de apenas 3 o 4 senadores del America Party bastaría para romper la hegemonía bipartidista en votaciones clave, forzar coaliciones ad hoc y frenar tanto agendas progresistas como conservadoras. En otras palabras, podría convertirse en el nuevo “swing vote” del Congreso.
Ese tipo de equilibrio de poder, similar al que ejercen partidos minoritarios en parlamentos europeos, podría cambiar radicalmente la política estadounidense. Por primera vez en décadas, decisiones sobre gasto militar, regulaciones tecnológicas, derechos digitales o libertad de expresión no serían dictadas por la lógica binaria de rojo o azul, sino por un actor intermedio con capacidad de veto y visión propia.
No obstante, no todo es entusiasmo. El America Party, en su estado embrionario, carece de estructura territorial, de cuadros políticos con experiencia legislativa y de una plataforma coherente más allá de frases llamativas como “pro-Bitcoin” o “sagrada la Segunda Enmienda”. ¿Qué políticas propone para el sistema de salud?¿Cómo manejaría las relaciones con China o Rusia? El vacío ideológico puede ser su mayor debilidad o su mayor virtud, dependiendo de cómo evolucione.
Y aquí entra una paradoja, cuando Musk promete “devolver la libertad a los estadounidenses”, pero sus métodos, centralizados, carismáticos y con tendencia al culto personalista, podrían replicar los mismos vicios que dice combatir. Un partido fundado por una sola figura, sin contrapesos internos, podría volverse tan autoritario como el sistema al que pretende desafiar.
Aún es temprano para predecir si el America Party logrará consolidarse como tercera fuerza nacional. Pero lo cierto es que hay espacio en el electorado para una opción fuera del molde tradicional. En una democracia fatigada por la polarización, el desencanto y la corrupción institucional, no sorprende que millones de ciudadanos estén dispuestos a explorar caminos alternativos.
Musk ha lanzado el dado. Si logra sostener el impulso inicial, reclutar candidatos viables y navegar las trabas legales del sistema electoral estadounidense, el America Party podría ser mucho más que una anécdota política, podría convertirse en el catalizador de una nueva era de pluralismo radical y ruptura institucional.