13 de julio de 2025

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“El colegio suele ser la primera alerta del TDAH”

El Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) es una condición del neurodesarrollo que afecta a numerosos niños, aunque muchas veces no es detectada a tiempo.

Santo Domingo.- El Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) es una condición neuropsiquiátrica que afecta a miles de niños y niñas en todo el mundo, y República Dominicana no es la excepción. Sin embargo, muchas veces pasa desapercibido en el hogar, pese a que su impacto se refleja no solo en el desempeño escolar de los menores, sino también en su vida social, emocional y familiar.

Se trata de una alteración del neurodesarrollo caracterizada por síntomas como la inatención, la hiperactividad y la impulsividad. Estos síntomas pueden manifestarse de manera distinta según el niño, lo que en ocasiones dificulta su reconocimiento temprano.

La neuropsicóloga clínica Melody Arias explicó a El Día que uno de los rasgos más visibles del TDAH es la necesidad constante de movimiento, lo que choca con las normas del entorno escolar tradicional.

“En la mayoría de los casos, los niños con TDAH no pueden estar sentados mucho tiempo, no soportan toda la mañana en clase y necesitan estar en constante movimiento”, afirmó la especialista.

TDHA- neuropsicóloga- Clínica - Melody Arias.

La neuropsicóloga Clínica Melody Arias.

Arias señaló que este comportamiento suele despertar la atención de los docentes, quienes muchas veces se convierten en los primeros en identificar que algo no está bien.

“Como los niños pasan muchas horas en el colegio, los maestros pueden ver muchas cosas que no ven los padres. Si el colegio da una señal de alarma, lo ideal es prestar atención”, dijo.

Más allá del movimiento físico, la impulsividad también es un signo revelador.

“Es ese niño que te llaman del colegio porque, de repente, pelea, se porta de manera agresiva, y en casa tiene más discusiones. Cuando algo no es como esperaban, reaccionan de manera impulsiva ante aquello que les está frustrando”, puntualizó Arias.

Otro indicio frecuente es el bajo rendimiento escolar, motivado por la incapacidad para mantener la atención por períodos prolongados. Muchos niños con TDAH tienen dificultades para seguir instrucciones, organizar tareas o completar trabajos escolares, lo que afecta directamente su desempeño académico.

Un diagnóstico complejo

Identificar el TDAH no es un proceso simple ni inmediato.

La especialista enfatizó que no existe una prueba única para diagnosticar esta condición, por lo que se requiere una evaluación clínica minuciosa por parte de profesionales en salud mental.

Uno de los marcos más utilizados es el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5), de la Asociación Americana de Psiquiatría.

“Antes de los seis años no se debe diagnosticar el TDAH, porque hay niños muy inquietos desde pequeños que, al llegar a esa edad, normalizan su conducta y desarrollan la capacidad de concentración y control”, explicó Arias.

No obstante, advirtió que si se presentan signos llamativos antes de esa edad, los padres deben buscar orientación médica.

La rabia es una de las emociones que, por lo general, más cuesta a los padres.

“El primer paso debe ser llevar al niño al pediatra. Él puede hacer una valoración inicial y, de ser necesario, referirlo a un especialista en salud mental”, recomendó. En todos los casos, insistió en que el diagnóstico debe ser clínico y realizado por un experto en TDAH.

Terapias y acompañamiento

Una vez diagnosticado, el tratamiento del TDAH suele ser multimodal, es decir, involucra distintas estrategias terapéuticas. Aunque en algunos casos se recurre a la medicación siempre bajo prescripción médica, la intervención conductual y emocional es clave.

La terapia cognitivo-conductual (TCC) ha demostrado ser especialmente útil para enseñar a los niños a controlar sus impulsos, manejar sus emociones y organizar sus tareas diarias. También se incluyen técnicas de entrenamiento en habilidades sociales y manejo del comportamiento.

“El tratamiento no es solamente médico. Se requiere apoyo emocional, estrategias de aprendizaje, adaptación del entorno escolar y, sobre todo, un entorno familiar que comprenda la situación del niño”, aseguró Arias.

El rol insustituible de la familia

El acompañamiento de los padres y cuidadores es fundamental en todo el proceso.

La comprensión de la naturaleza del TDAH, así como la formación sobre cómo manejar las conductas desafiantes, puede marcar la diferencia en la vida del niño.

“La familia debe convertirse en aliada del tratamiento. Muchas veces, lo que ese niño necesita no es más castigo, sino mayor comprensión y estructuras claras que lo ayuden a desarrollarse”, indicó la neuropsicóloga.

Existen programas de entrenamiento para padres que enseñan herramientas prácticas de disciplina positiva, comunicación efectiva y organización del hogar, contribuyendo a reducir los conflictos y a fortalecer la autoestima del niño.

Una condición que no debe ser ignorada

Aunque el TDAH es una condición común, aún persisten mitos y estigmas que dificultan su abordaje. Algunos adultos minimizan los síntomas, considerándolos como simple «maleducación» o «niñez traviesa», lo que puede retrasar el diagnóstico y agravar las consecuencias a largo plazo.

“Cuando hablamos de un niño con TDAH no estamos hablando de un niño malcriado. Estamos hablando de una condición real, que requiere un abordaje profesional y un entorno que entienda sus necesidades”, apuntó Arias.