
La retirada del cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez y de varios obispos contemporáneos ha dejado un notable vacío en la vida pública, social y espiritual de la República Dominicana.
La Iglesia Católica, otrora protagonista en debates nacionales y mediadora en conflictos sociales, ha perdido prominencia en los espacios de toma de decisiones y discusión de temas de interés general.
Esto, debido a la ausencia de líderes como López Rodríguez, Ramón Benito de la Rosa y Carpio, Fabio Mamerto Rivas, Francisco José Arnáiz, Gabriel Antonio Camilo, Víctor Masalles y Agripino Núñez Collado, afectando la capacidad de la Iglesia de influir en la sociedad.
Estos pastores no solo guiaban a los fieles, sino que ejercían una poderosa voz moral y social, frecuentemente citada y debatida en medios de comunicación.
Aunque nuevos obispos han asumido responsabilidades, no han logrado alcanzar la trascendencia pública de sus antecesores. Esto ha generado la percepción de que la Iglesia Católica ha perdido propósito, dirección e impacto en los asuntos nacionales.
La salida de estos obispos no solo representa un cambio generacional, sino también una transformación en la forma en que la Iglesia Católica se vincula con la sociedad dominicana. La falta de figuras de alto perfil ha debilitado su papel como mediadora, guía moral y protagonista en el diálogo nacional.
FIGURAS CLAVE QUE MARCARON UNA ERA
Nicolás de Jesús López Rodríguez: voz frontal e influyente

De carácter firme y opiniones directas, el cardenal López Rodríguez fue una figura de referencia en momentos de crisis nacional.
Sus declaraciones eran tomadas como guías para actores políticos y sociales.
Tras su retiro, fue sustituido por monseñor Francisco Ozoria Acosta, como arzobispo de Santo Domingo, quien no ha mantenido la misma visibilidad pública, en tiempos en que la sociedad demanda orientación moral de la Iglesia.
Agripino Núñez Collado: el mediador por excelencia

El fallecido rector de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra fue clave en la resolución de conflictos poselectorales, como los de 1990 y 1994.
Tras su retiro y posterior muerte en 2022, no ha surgido una figura que continúe su legado como mediador entre sectores enfrentados.
Fue sustituido por Ramón Alfredo de la Cruz Baldera en la rectoría de la PUCMM, pero ni la sede académica ni su rector pudieron continuar su labor mediadora.
Fabio Mamerto Rivas: firme contra el crimen y la corrupción

El ex obispo de Barahona fue un férreo crítico del crimen organizado, el narcotráfico y la corrupción.
Su coherencia le ganó respeto nacional. Murió en 2018 y, desde entonces, sus sucesores no han alcanzado su nivel de influencia o reconocimiento público.
Fue sustituido por Rafael Leónidas Felipe y Núñez, quien permaneció hasta el 2015 y éste por el actual obispo, Andrés Napoleón Romero Cárdenas. Hubo que buscar su nombre en google porque no es muy conocido.
Ramón Benito de la Rosa y Carpio: conciliación y paz

Conocido por su estilo conciliador, fue obispo auxiliar en Santo Domingo, obispo de Higüey y arzobispo de Santiago.
Logró una transición loable como presidente dela Conferencia del Episcopado Dominicano en sustitución de López Rodríguez.
Trascendió las fronteras de RD como secretario ejecutivo del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam) en Bogotá.
En el 2015, el Papa Francisco aceptó su renuncia como arzobispo por Santiago y fue sustituido por Freddy Bretón. Su legado aún espera continuidad.
Francisco José Arnáiz: sabiduría jesuita

El sacerdote español fue uno de los obispos auxiliares más influyentes de la Arquidiócesis de Santo Domingo. Participó en concilios, sínodos y conferencias clave del catolicismo en América Latina. Murió en 2014 dejando una huella difícil de igualar.
Monseñor Gabriel Antonio Camilo: voz firme en La Vega

El otrora obispo de La Vega, fue un líder comunitario que trascendió su diócesis por sus constantes reclamos de justicia social y obras públicas.
Su rol fue fundamental en la articulación de demandas locales con impacto nacional.
Permaneció en la Diócesis de La Vega hasta febrero de 2015, cuando el Papa Francisco aceptó su renuncia, por razones de edad.
Fue sustituido por Héctor Rafael Rodríguez Rodríguez.
Víctor Masalles: El último de los mohicanos

El otrora obispo de Baní representa la última generación de obispos que perseguía gallardamente la vinculación del rol de la sociedad dominicana.
En múltiples ocasiones se expresó a favor de un despertar del letargo o abismo en el que ha caído la misión eclesiástica de la Iglesia dominicana, pero su voz solo se quedó en clamor, en el desierto de la isla.
Fue sustituido por Monseñor Faustino Burgos Brisma.