26 de abril de 2024

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Se inicia un nuevo año con la certeza que la lucha contra el COVID-19 apenas comienza

¿2020 es el año que nadie quiere recordar y pocos tienen que agradecer? ¿Un periodo en el tiempo que trajo grandes enseñanzas? ¿Un momento que permitió a muchos resignificar sus vidas, con el impulso que solo logra el sufrimiento?

En la ciudad de Nueva York con más de 25,000 muertos  a causa del COVID-19, miles de sobrevivientes de la infección, una economía en picada y con la delincuencia mostrando una escalada peligrosa en los vecindarios más vulnerables, en cada esquina podrían registrarse muchas visiones distintas de cómo asumir y qué esperar de los doce próximos meses que están por venir.

“Nuestra ciudad y el mundo ha dado un giro de 360 grados. La pandemia ha sido una tragedia, pero a la vez un momento que ha obligado a muchas familias a compartir y conocer mejor a sus hijos. El 2021 será diferente si hay un cambio de conciencia colectiva, que nos permita aceptar que a pesar de la vacuna, tendremos muchos años viviendo con el COVID-19”, explicó la psicóloga clínica dominicana Julia Bello, de 58 años, residenciada en El Bronx.

En palabras de Bello, quien trabaja en la Línea de ayuda de Prevención de Suicidios de Nueva York existe una mezcla muy peligrosa en la Gran Manzana de pánico colectivo, delincuencia y cuadros depresivos que obviamente tienen su base en los terribles escollos económicos que deja la pandemia.

“Vivimos en una sociedad en donde todo el mundo está bajo sospecha de estar infectado. Hace algunos años era la misma sensación que generaba el HIV. Más allá de los grandes cambios económicos que se esperan, esta experiencia del coronavirus debe generar un proceso de reeducación. Yo deseo que la gente tome consciencia”, subrayó la profesional de salud mental.

El Dr Osbin Alvarado: Queda una larga lucha contra el COVID-19

La batalla del 2021

El médico guatemalteco Osbin Alvarado de 32 años, quien ha estado lidiando al frente de salas de emergencias en el Bronx Health Care, vivió la intensidad de la pandemia en los meses duros de la primavera, cuando todavía la comunidad científica empezaba a entender el nuevo COVID-19.

“Tenemos más claridad en cómo tratar a los pacientes. Todavía nos queda un 2021 por luchar contra la pandemia. Vi llorar a pacientes y sus familiares de todos los estratos sociales. Es un poderoso ejemplo de cómo los seres humanos somos muy vulnerables. Cuando pensamos que hemos avanzado surge algo como un virus que con su inteligencia puede ir más allá de nuestra ambiciones”, comenta el centroamericano.

Alvarado calcula que el uso de la mascarilla y el distanciamiento social deberá estar presente por un buen tiempo en el horizonte.

“Como se calculaba los números de contagiados van para arriba en la ciudad. Presumo que la gente le ha perdido el miedo al virus, lo cual es muy negativo para controlar esta emergencia. Esa será la batalla que tendremos en este nuevo año, que la gente no baje la guardia”, añadió el profesional de la salud.

Menos violencia más solidaridad

El año que termina para los neoyorquinos significa una serie de desafíos: inmunizar con la nueva vacuna contra el COVID-19 al 80% de la población antes del verano, recuperar la vitalidad de una economía destruída y bajar el recrudecido impulso que ha tenido la violencia armada que causó más 1,800 víctimas de impactos de balas.

Esto significa en números fríos un incremento del 90% si se compara con el 2019.

El trabajador de la construcción dominicano, Pablo Peña de 52 años, comenta que los “momentos difíciles” que vive la Gran Manzana a causa de la pandemia desataron “otros demonios” en los últimos meses.

“Yo en lo personal deseo que este año nuevo por venir, se recobre la paz en nuestros vecindarios. Da la impresión que no hay policías. En algunos casos los criminales le pasan por encima”, narra el residente de El Bronx, quien fue testigo en ese condado este año de situaciones muy violentas.

Peña cree en la tesis que ya ha subrayado la comunidad científica mundial: que tardarán años para que la humanidad logre controlar este nuevo virus.

“Entonces creo que debemos mirar al futuro con más solidaridad, especialmente los multimillonarios en esta ciudad. Observa como está el Subway, cada día más lleno de desamparados. A ellos hay que verlos con compasión. Este 2021 la gente debe olvidar el egoísmo, porque igual este virus y las nuevas cepas pueden devorarnos a todos. No discrimina”, concluyó el inmigrante que dejó la isla en 1992 y que se considera uno de los privilegiados que no perdió su trabajo por los cierres pandémicos.

En efecto, el comentario de este trabajador de la construcción va más allá de la impresión personal de un neoyorquino que toma todos los días el transporte público.

La Coalición de Desamparados de Nueva York reveló un hecho sombrío y sin precedentes en la historia de la Gran Manzana. En el último trimestre de 2020 por primera vez más de 20,000 adultos solteros sin hogar duermen cada noche en refugios.

Esperando tiempos más seguros

La pandemia trastocó este año la agenda, los planes y los sueños de la mayoría de las personas. Aunque no siempre fue para mal.

La venezolana Alejandra Baptista, de 18 años, con grandes esfuerzos de su familia de inmigrantes, había logrado su anhelo de ser becada en la Universidad de Nueva York (NYU) y vivir la experiencia de ese campus con compañeros de todo el mundo. Luego de un año adaptándose a la dinámica de la ciudad, como la mayoría de los estudiantes universitarios, tuvo que optar a recibir clases remotas la pasada primavera. Y volver a casa de sus padres en Florida.

“Las clases han sido igual de exigentes. Eso no significa que ha bajado la calidad de la educación, por el contrario. Continúo con un altísimo nivel de exigencia académica y con profesores que se han adaptado a esta nueva realidad virtual de una manera que no lo hubiésemos imaginado. Todo indica que este esquema durará también hasta el próximo año”, contó Baptista.

La estudiante de NYU reconoce que volver a casa de sus padres, cuando todo implicaba que ya había dado un paso a la independencia, ha sido muy interesante.

“En medio de la pandemia fue muy positivo que estuviéramos todos juntos. La experiencia del campus es muy importante, pero ya vendrán tiempos más seguros. Por ahora, seguiré con clases virtuales hasta que en la ciudad baje la marea de la pandemia”, concluyó la estudiante.

Alejandra Baptista: Las clases a distancia han sido una experiencia retadora. (Foto: Cortesía)

En los 192 centros de estudios superiores en Nueva York la mayoría de su matrícula ha optado por clases a distancia ante los riesgos de contagios que encaran las residencias estudiantiles.

Desde el 1 de marzo hasta el 10 de diciembre se habían oficializado más de 14,000 casos positivos de coronavirus en los recintos universitarios del estado, de acuerdo con un reporte de The New York Times. 

Para otros el encierro que impuso la crisis de salud pública permitió redefinir muchas decisiones familiares.

La colombiana Luisa Aragón, de 40 años, perdió su trabajo y eso obligó a que su pequeña de cinco años recibiera solo clases a distancia en una escuela pública de Queens.

“Con el apuro de la vida diaria, yo mandaba a la niña a una buena escuela asumiendo que eso era todo. Cuando empiezo a estar con ella con las clases a distancia, lamentablemente me di cuenta que tenía problemas de aprendizaje. Esto me permitió entender que debo estar más cerca de ella. Y este era el momento. Quizás sin esta crisis hubiese tardado mucho más en detectarlo”, comentó.

Un dato:

  • 34% de los fallecidos el año pasado por complicaciones con el COVID-19 fueron de origen latino.